Todo es perecedero


Por dónde iniciar. Dónde el inicio, dónde el fin. Si no hay fin último las expectativas se desvanecen. Es más sencillo ganar 10 mil pesos en una semana que ir rutinariamente al trabajo con un beso de los buenos días. Más fácil una paja, un palo...





una mano hurgando los recovecos del ano y la vagina mientras una lengua juega con el clítoris. Más sencillo hablar lo meramente indispensable que desvivirse en una idea. Más fácil entrar a un motel de paso que a una habitación. Es preferible abstraerse y petrificar la mirada de llanto. Y todo el poder vuelve. Una propuesta de matrimonio, una de noviazgo, cuatro invitaciones a salir. Así de simple, así de sencillo. No esperar nada. Hacer lo que te plazca. Hacernos mierdita, dejar de figurarnos el buen trabajo de sueldo decente, y la casita o el departamento tipo minimal. Olvídate de los condos en Santa Fe. Vete haciendo a la idea de la panza bofa y la cerveza en mano. Algún ataque al corazón, una crisis y sanseacabó.
Entonces, ya deja de enmarañarte el coco. Deja de pensar en un mundo mejor o en su defecto en salvarlo. Vete un poquito a la mierda, hazte a la idea de lo que es, y cuando seas feliz, recuerda bien fuerte que todo es perecedero, y sólo vete a la puta mierda.